lunes, 29 de junio de 2020

Recomendación de lecturas para el verano

Como cada año aquí os dejo las lecturas seleccionadas para disfrutar de un buen libro durante las vacaciones de verano. Feliz descanso.

Recomendación de lecturas para el verano
BIBLIOTECA DEL IES PROFESOR GONZALO HUESA
LIBROS DE LECTURA RECOMENDADOS      Verano 2020

PRIMERO DE LA ESO
Recomendaciones para los alumnos que han terminado Primeo de la ESO y pasan a Segundo:
Las flores radiactivas, Agustín Fernández Paz
- Nata y chocolate, Alicia Borrás Sanjurjo
El abrazo de la muerte, Concha López Narváez
El árbol de la mujer dragón y otros cuentos, Ana María Shua

SEGUNDO DE LA ESO
Recomendaciones para los alumnos que han terminado Segundo de la ESO y pasan a Tercero:
- Bajo la arena de Egipto, Philippe Nessmann
- Odisea, Homero (adaptación: Clásicos a Medida, Anaya)
- El profesor de música, Yaël Hassan

TERCERO DE LA ESO
Recomendaciones para los alumnos que han terminado Tercero de la ESO y pasan a Cuarto:
- La magia oculta, Anabel Botella
- El pintor de la corte, Daniel Blanco
- Dime que no es un sueño, Anabel Botella

CUARTO DE LA ESO
Para los alumnos que este año han finalizado Cuarto de la ESO y pretenden cursar Bachillerato, se recomiendan estas lecturas:
-Adaptación de El Cantar de Mio Cid.
-Adaptación de La Celestina.
-Adaptación de El Lazarillo de Tormes.
-Adaptación de don Quijote (para tener una visión general de la obra) y lectura de algunos capítulos de la obra original; por ejemplo, los capítulos 1 y 2 de la Primera parte.
-El Burlador de Sevilla de Tirso de Molina. 
-Fuenteovejuna, de Lope de Vega.
-Selección de sonetos de Garcilaso de la Vega.
-No puedo evitar enamorarme de ti, Anabel Botella
-Fidelity, Anabel Botella
-¡Buenos días, princesa!, Blue Jeans

PRIMERO DE BACHILLERATO
La ponencia de Selectividad ha recomendado las siguientes lecturas para el curso 2020-2021 en Segundo de Bachillerato para la asignatura de Lengua castellana y Literatura.
_ El árbol de la ciencia. Pío Baroja
La realidad y el deseo, Luis Cernuda
_  Historia de una escalera, Antonio Buero Vallejo
_ El cuarto de atrás, Carmen Martín Gaite


LECTURAS RECOMENDADAS PARA ADULTOS: PADRES, PROFESORES Y MIEMBROS DE LA COMUNIDAD EDUCATIVA EN GENERAL:

- La madre de Frankenstein, Almudena Grandes
- El pintor de almas, Ildefonso Falcones
La red púrpura, Carmen Mola
Del color de la leche, Nell Leyshon
Antonia, Nieves Concostrina
Tierra alta, Javier Cercas
Sidi, Arturo Pérez Reverte
- La humillación, Philip Roth
- Sapiens, Yuval Noah Harari
Manual para mujeres de la limpieza, Lucía Berlín
- Demasiada felicidad, Alice Munro
Claraboya, José Saramago
Alegría, Manuel Vilas
La sospecha de Sofía, Paloma Sánchez
La hija de la española, Karina Sainz Borgo
Las batallas en el desierto, José Emilio Pacheco
Los pecados de verano, Daniel Blanco


viernes, 19 de junio de 2020

Dos estudiantes premiados por sus relatos

Hoy nos han comunicado, desde la Casa de la Juventud de Ronda, una gran noticia: los ganadores del certamen de relato corto del Ayuntamiento de nuestra ciudad en categoría 1 y 2 son dos estudiantes de 3º de ESO  de nuestro centro. Los alumnos premiados son Tirso Cortés Lora y Marcos López Heras. ¡Enhorabuena!

Aquí os dejo sus relatos:


Subida, bajada y subida
Estoy perdida en una gran ciudad, no sé dónde estoy ni a qué lugar voy. Llevo ya un tiempo en este plan, sin un rumbo fijo y vivo una vida sin sentido. 
Me llamo Emily Zamourka y hace ya varios años  perdí mi trabajo como cocinera y también perdí a mi marido; no tengo apenas dinero y por tanto, no puedo hacer otra cosa que no sea mendigar para sobrevivir. He pasado en el peor de los casos casi tres semanas sin comer, bebo de las fuentes, duermo en el suelo, solo un pañuelo me abriga. En estos años, he ido formando un pequeño grupo de, no sé si llamarlos amigos; pero por ahora, los llamaremos así. Somos cinco personas en este grupo: Eduard, Artyom, Alla, Aleksandra y yo.  Vivimos todos en la misma situación de extrema pobreza, no viene nada mal, ya que nos ayudamos los unos a los otros: compartimos el agua que tenemos y la comida que mendigamos.
Ayer, mientras estábamos varios reunidos alrededor de un fuego, contando nuestras desgracias y nuestras mejores anécdotas y chistes, Artyom llegó con la mejor noticia que podríamos tener en esa situación: varios barcos zarparían al alba del día siguiente, en dirección a los Estados Unidos de América, concretamente a una ciudad llamada Los Ángeles; este nombre jamás lo había escuchado, pero no me sonó nada mal, además se decía que era muy grande y que tenía muchas oportunidades laborales. Así que sin pensarlo más, todos decidimos  irnos a dormir para  emprender, al día siguiente,  el viaje hacia nuestro nuevo destino.
Todos están dormidos, excepto yo, que a veces, tengo algo de insomnio; intento dormirme, pero no puedo. Todo está muy tranquilo, hasta que de repente, se escucha un gran estruendo, algo parecido a una explosión, que provenía del puerto. Desperté a todos, uno a uno para ir al puerto y montar en el barco.  Muy ilusionados, sacudimos nuestras únicas prendas y nos dirigimos hacia el puerto. En el camino, se escucharon disparos, y en una de las últimas calles que nos separaban del puerto, alguien nos disparó desde la lejanía. La bala no impactó a nadie; pero en el segundo intento, no defraudó, e hirió a Artyom, que cayó como un plomo y comenzó a sangrar por el abdomen. En un principio, lo intentamos llevar entre todos, pero ni entre cuatro personas podíamos con ese peso muerto que teníamos entre nosotros. Artyom, tenía la mirada perdida, estaba desorientado y su herida cada vez sangraba más. En un momento, nuestro amigo herido reaccionó y nos dijo unas de las palabras más fuertes que había escuchado en mi vida: ''Dejadme aquí''. Al principio no le hicimos mucho caso, ya que se había golpeado en la cabeza y seguramente no sabía lo que decía, pero repitió con todas sus fuerzas esas mismas palabras una y otra vez, hasta que lo dejamos tendido en el suelo.  Antes de marcharnos, con solo una mirada, nos dio las gracias y por lo menos murió en paz consigo mismo. 
Al llegar al puerto, no vimos ningún barco listo para navegar; más bien, casi todos los barcos estaban calcinados o envueltos en llamas o destrozados, debido seguramente a la explosión que había escuchado esa misma mañana. Caminamos por lo que quedaba de puerto, hasta que unos hombres, con la misma pinta que nosotros, nos llamaron para hablar. Nos contaron que ellos iban a coger el mismo barco que nosotros, y que habían acampado en el puerto para no perderlo, pero de madrugada, unos hombres tiraron unas bombas a los barcos, y les prendieron fuego, para que nadie saliese de la ciudad. Dijeron que al parecer  acabábamos de entrar en guerra y ellos eran nuestros enemigos.
En los días que continuaron, estuvimos como siempre mendigando, en compañía de nuestros nuevos amigos; pero ahora, pasando entre el fuego cruzado de las armas, y mirando muy bien cada esquina que girábamos, porque cada vez que doblábamos una, podría ser la última. 
Han pasado varios días desde lo último que os he contado y desde entonces, nuestros soldados aliados nos han estado trayendo comida y bebida, día tras día, dos comidas por cada uno de ellos. Concretamente, era el soldado número veintiséis, cuyo nombre no conocíamos, ya que no quería desvelar su identidad, pero aun sin saber quién era, ni de dónde venía, hicimos muy buenas migas con él: contándonos chistes, haciendo bromas… Y él, a cambio de pasar un buen rato, aparte de traernos comida como obligación del ejército, nos daba protección por las noches, para evitarnos el ser asaltados.
Una mañana, despertamos sin el número veintiséis a nuestro lado, y fue algo que nos extrañó mucho, ya que permanecía con nosotros hasta nuestro despertar. Una hora más tarde apareció con una noticia que me resultaba algo familiar, pero con algunos cambios: un avión del ejército partiría en algunos días en dirección a Los Ángeles, y se llevaría a la ciudad a unos cien refugiados de guerra.
Llegó el día en que partiríamos hacia una nueva vida. Por tanto, al levantarnos el número veintiséis nos guio hasta el avión, y nos explicó que él se había presentado voluntario para ayudarnos y asesorarnos en la gran ciudad; nos dijo que había encontrado una residencia, comida, y mientras ocurría todo esto, ya habíamos llegado al lugar del que despegaríamos hacia América. Número veintiséis nos abrió la puerta del avión y nos ayudó a entrar uno a uno, acomodándonos a cada mendigo en nuestro propio asiento. Habíamos llegado los últimos de todos los mendigos y estábamos a punto de despegar, cuando otra vez, y sin saber de donde, número veintiséis fue impactado por una bala en el pecho mientras que ayudaba a subir a Aleksandra.  Ya no había vuelta atrás para recogerlo y subirlo al avión, ya estábamos despegando. Número veintiséis fue abandonado a su suerte. En el trayecto de avión no paré de pensar en él, en todo lo que había hecho por nosotros y no me alejaba de ese pensamiento, ya que justo delante de mí había un asiento en el que ponía su nombre real y su número de identificación: veintiséis.
Aterrizamos en Los Ángeles. Varios soldados estadounidenses nos ayudan a bajar del avión, y nos llevan hasta una sala en la que tendríamos que identificarnos: dar nuestro nombre, apellidos y edad y nos harían un documento con esos datos para identificarnos en alguna situación. Tras salir de esa edificación, todo el grupo, ahora sin Artyom y sin número 26, nos miramos un tanto desorientados los unos a los otros, sin saber muy bien qué hacer o a dónde ir, hasta que nos decidimos por ir a una especie de restaurante a buscar trabajo o por lo menos intentarlo.
Cuando entramos, un hombre estaba moviendo cajas, mesas, sillas... ordenando un poco el lugar. Parecía que acababa de llegar allí. Cuando el hombre nos vio, se asustó ya que entramos sin hacer apenas ruido, y en segunda instancia, el hombre se calmó y preguntó acerca de que buscábamos allí,  a lo que respondimos ''trabajo''. El hombre nos observó detenidamente, hasta darse cuenta de nuestra situación, y nos ofreció un puesto a los cuatro: yo de cocinera, ya lo había sido antes y de muy buena reputación, y los demás camareros, el jefe del restaurante y el chef.
Ayudamos a desembalar todas los muebles que tenía nuestro nuevo jefe en las cajas, en la mayor parte muebles: sillas, mesas... para que los clientes tuviesen asiento y utensilios de cocina, como no, para mí y para el chef. Pasaron casi dos semanas completas hasta que tuvimos el lugar a punto para la llegada de los clientes. Podíamos trabajar horas y horas, ya que al fin el bueno de nuestro jefe nos dio alojamiento para los cuatro:  una casa muy bonita y muy limpia, donde podíamos pasar el rato; yo en mi caso, escuchando ópera a la cual me aficioné mucho,  podíamos asearnos y también dormir.
Llegó el día de la apertura del negocio: estábamos todos listos con nuestro uniforme puesto y cada uno en su lugar, esperando la llegada de lo que nuestro jefe americano llamaba ''customers''.
Fue una noche de inicio muy positiva, y una noche que nos elevó hacia lo más alto del negocio gastronómico en Los Ángeles. Ganábamos mucho dinero y vivíamos casi como marqueses: era la vida que siempre había deseado y no quería que se acabase nunca. Trabajaba duro y me ganaba el dinero, así que me parecía muy justo vivir sin que nadie me regalara nada, sino todo obtenido con sangre, sudor y lágrimas.
El negocio iba viento en popa, sacando cada día nuevos platos y cada uno de nosotros, incluido el jefe, íbamos aprendiendo nuevas cualidades; éramos cada vez más rápidos en nuestro desempeño y hacíamos las tareas mejor. Esto no hacía nada más que agrandar nuestra fama y atraer a más clientes, quienes quedaban más que satisfechos y volvían siempre que podían. 
Pero como se suele decir: ¨cuanto más grande sea la subida, más dura será la caída¨. Y el éxito del negocio no duró más de dos años. Sí, puede parecer mucho, pero desde nuestro punto vista, pasándolo tan bien como lo hacíamos, no fue tan largo como se puede ver.  Pronto el negocio, junto a nuestra inmensa fortuna, fue cayendo en picado, hasta hundirse en la más absoluta miseria, y rápidamente volvimos a estar en la misma situación que antaño.
Tras volver a la misma situación que teníamos en Rusia, todos comenzamos a pensar por qué el negocio había decaído de tal manera, pero no encontramos respuestas a la pregunta que sigo haciéndome hasta día de hoy. Comenzamos a hacer lo mismo que antes, buscando comida, bebida y lugar en el que dormir. El último, un edificio abandonado lleno de ocupas, nosotros incluidos en ese grupo, pero era una situación algo mejor de la que vivíamos en Rusia. Todos los ocupas del edificio nos ayudábamos más o menos, aun sin saber quiénes éramos y nos dábamos comida y prácticamente todo lo que necesitábamos, que no fuese muy caro y se pudiese encontrar en la calle.
Más tarde ya planteamos la idea de dedicarnos a algo en concreto, sin ser ni siquiera un trabajo con contrato, pidiendo limosna o mostrando nuestros talentos. A Eduard, se le ocurrió la idea de robar a la gente, cosa que parecía bastante inteligente, pero tenía sus riesgos: ser pillado por la policía. Al día siguiente de dar la idea, Eduard, se decidió a robarle la cartera a un hombre que pasaba cerca de nuestra ''residencia'', y después de ello salir corriendo del lugar. La primera parte del plan, quitarle la cartera, salió tal y como fue planeada; pero la segunda, salir huyendo, no. La policía paseaba por el lugar y lo pilló de lleno, lo subió al coche y lo llevó a comisaría. Lo metieron en la cárcel durante tres meses, ya que era un delito que se consideraba leve.
Mientras, la última parte del grupo que quedaba, las chicas, pensamos en una estrategia más viable que la de Eduard y menos peligrosa, claro: cada una decidió su desempeño. Alla, decidió ir a trabajar a una lavandería; Aleksandra, a una tienda de ropa como dependienta, y solo quedé yo, sin saber muy bien a dónde dirigirme. Mi mayor cualidad era la cocina, pero pasé por la gran mayoría de restaurantes de la ciudad y todos tenían los cocineros necesarios. Así que no sabía qué hacer para ganar algo de dinero y salir adelante. Entonces me planteé salir a la calle a cantar ópera y pedir limosna. Pensé en aprender muchos fragmentos famosos, pero tenía un inconveniente: cómo hacer esa tarea. Así que me decidí por uno, mi favorito y el que mejor me sabía: ''O mio babbino caro'', de la ópera Gianii Schicchi, de Giacomo Puccini, un compositor de música italiano.
Días más tarde, tras tomar una especie de almuerzo, salí en busca de limosna. Paré en muchas zonas muy transitadas de Los Ángeles, pero muy poca gente se paró a verme, y mucho menos, a darme dinero. Pensé para mis adentros, ¿cuál será el sitio más transitado de la ciudad? Pero parece que lo dije pensando en voz alta y un hombre me indicó que aquel lugar que buscaba era el metro. Así que fui a la estación central y ya allí comencé a cantar. Tuve más éxito que en la calle, pero no fue un triunfo monumental, solo recaudé 3$:  me sirvió para la cena y la comida del día siguiente. 
Los siguientes días fueron iguales, con ganancias parecidas o iguales a los anteriores. Hasta que un día festivo, cuando nadie transitaba por el metro, un hombre comenzó a grabarme y a decirme que tenía mucho talento, y que podría llegar muy alto; pero yo no me creía esos cuentos. Cuando iba volviendo al edificio para pasar la noche, la gente que me veía parecía susurrar acerca de mí; yo no sabía exactamente por qué. 
Al día siguiente, con el metro lleno de personas, el mismo hombre que me grabó vino hacia mí y me  dijo que lo siguiese. Me llevó a su hogar: un lugar muy acogedor y bonito, allí me explicó que él era una especie de cazatalentos. Me dijo que había publicado el vídeo del día anterior en las redes sociales y que minutos después de salir, ya se había hecho viral. También me habló acerca de mi futuro, y que si me interesaba, podría ganarme la vida como cantante de ópera y él sería una especie de agente.
Semanas más tarde,  mi nuevo agente me buscó una residencia a la altura de una cantante y al día siguiente, empecé los ensayos de la ópera La Flauta Mágica. Allí conocí a cantantes de todo el mundo, y establecimos muy fuertes lazos entre nosotros. 
Meses después, ya que una ópera lleva mucho trabajo montarla, se estrenó en el teatro de Los Ángeles y fue un gran éxito. 
Desde entonces, he representado todo tipo de papeles en la ópera. Y aquí estoy ahora, después de haber pasado todo lo que he pasado y habiendo vivido todo lo vivido, en lo más alto de este género musical.

                                                              Tirso Cortés Lora  3º ESO A                                          
                                                                                   
      El reloj del Tiempo

Érase una vez un chico llamado Tom que vivía al sur de Canadá. Era diferente a los demás: su coeficiente intelectual era mayor al del resto, y además se le daban bien habilidades que no suelen ser vistas en un niño de catorce años, como Mecánica y Física Cuántica entre otras. Vivía en una familia adinerada en una mansión en la montaña, donde las únicas personas que conocía eran su madre, su padre, su mayordomo y su profesor personal. Tenía una relación un poco floja con sus padres ya que eran algo estrictos con él y creció en una infancia donde sus padres nunca apenas jugaron con él. Pero su mayordomo Tomas, se puede decir que fue su segundo padre, porque este se encargó de todas las necesidades del niño. Él recibía una educación especializada en el IQ del chico, es decir, como era muy inteligente él no solía dar Lengua o Matemáticas, sino asignaturas mucho más avanzadas para cualquier chaval de su edad. También tenía un buen físico, ya que recibía una alimentación o dieta que más se centraba en las vitaminas y proteínas que necesitaba Tom que en el placer del sabor de la comida. Además, también tenía un entrenamiento que consistía en levantarse a las seis de la mañana a correr por el monte durante una hora y otra hora en el gimnasio personal que tenía en casa. Si el clima no era adecuado tenía que centrarse más en las horas del gimnasio.  Tom como cualquier chaval necesitaba su tiempo de ocio pero eso sus padres no lo entendían, le gustaba leer por lo que un día cuando se iba a correr al monte guardaba uno de sus libros favoritos de ficción en la chaqueta para después parar en un gran árbol. Tom se sentaba en aquel árbol a leer las increíbles aventuras que vivía el protagonista del libro, y  se imaginaba que era aquel hombre enchaquetado que capturaba extraterrestres, o aquel mago que con su varita mágica podía crear seres de luz. Tom cada vez que leía esos libros los guardaba en un hueco del tronco que era un antiguo nido de ardillas.
        Un día el padre de Tom le encargó recoger el correo debido a que el mayordomo estaba preparando la comida. Tom como de costumbre creía que eran cartas y paquetes de trabajo de su padre, por lo que lo dejó todo en su despacho. Cinco minutos después el padre de Tom vuelve a llamarlo y él reacciona enseguida.  Al llegar al despacho el padre le da un paquete que según él era una equivocación y lo manda a llevarlo de vuelta al buzón y a decirle a Tomas que se encargue de llevarlo a la oficina de correos. Tom cogió el paquete y cerró la puerta del despacho. Antes de llevarlo al buzón empezó a inspeccionarlo por todos los lados para ver si podía ver algo del interior ya que le picó la curiosidad. Se sentó en uno de los escalones que se encontraban en la entrada de la casa. Vio que ponía en una etiqueta algo arrugada que colgaba de la esquina del paquete: “Para Tom”. Él reflexionó sobre si abrir el paquete, debido a que todos los paquetes que entraran en la casa debían ser supervisados por su padre. Pensó que podría ser una trampa de algún enemigo de su padre ya que era muy importante y manejaba varias empresas. Pero descartó esa idea porque quién pondría su nombre si no conocía a nadie. Así que abrió el paquete sin pensarlo dos veces y, a primera vista solo se veía relleno por lo que empezó a sacar todo el embalaje de la caja hasta que vio una carta. Esta carta estaba algo arrugada  y se extrañó debido a todo el relleno que tenía la caja para que no se dañara el producto pero aún así le dio igual: siguió buscando pero no encontró nada. Tom procedió a abrir la carta y en ella se encontraban una nota y un colgante. Se puso el colgante y leyó la nota donde decía que se dirigiera al árbol donde él leía todos sus libros y mirara donde se encontraban esos libros. Tom fue corriendo hacia el árbol; pero antes de que se separara tres metros de la casa, Tomas paró al chico para saber hacia dónde iba con tanta prisa. Tom no sabía mentir por lo que le dijo la verdad al mayordomo, este sin ningún motivo se quedó muy asombrado llegando al punto de casi salirle una lágrima. Tom no entendía nada y le preguntó al mayordomo qué le pasaba. Este solo le dijo que se fuera y que él se encargaba de su padre y le dijo que recordara el número nueve. Tom se quedó aún más confuso pero procedió a dirigirse al árbol. Llegó veloz como el viento y procedió a buscar en el hueco donde dejaba todos sus libros. Encontró otro libro que destacaba: era grueso y viejo pero pese a su apariencia lo abrió. Muchas páginas de ese libro se encontraban en blanco, pero siguió con la esperanza de encontrar algo. Siguió buscando y en una de las primeras páginas aparecían unas palabras en griego. Él por primera vez se alegró de haber aprendido algo útil de lo que le había enseñado aquel hombre viejo al que iba cinco veces a la semana. Esas palabras decían que se dirigiera a lo más alto del monte y allí pronunciara      “ Eleutheria tou kronou “ que significaba “libertad del tiempo”, y que allí esperara el resplandor que haría que se abrieran las puertas que cambiaría su destino. Tom dudó si verdaderamente lo había traducido bien, pero  no podía preguntarle a su padre. Por lo que decidió ir allí lo antes posible. Tom empezó a marearse cada vez que se acercaba a la cima pero la necesidad de saber lo que pasaría lo motivó a seguir corriendo hacia ella.  También le entró hambre y además empezó a anochecer, paró un momento y se sentó en una piedra. Pensó que si no llegase a funcionar tendría que volver a casa por lo que talló una cara sonriente en la piedra para poder guiarse mejor si es que volvía. Tom antes de llegar a la cima descansó para comerse una chocolatina y se sentó en otra piedra más pequeña y fría donde talló una equis. Llegó a la cima y cansado se sentó en un tronco tallado. Tom intenta recordar las palabras que leyó del libro y las pronuncia en voz alta; vio que no pasaba nada así que las repitió varias veces. Esperó veinte minutos para ver si ocurría algo o si se convertía en uno de los protagonistas de sus cuentos pero al final nada. Decepcionado caminó lentamente hacia su casa, y se volvió una última vez  y pronunció el número nueve y una luz de golpe se expandió por todo el cielo haciendo que se desmayara al mirar la luz.
                 Tom se despertó en una habitación completamente blanca y sentado justamente  frente a él se encontraba un hombre con apariencia de sabio, vestido de la forma más elegante que había visto jamás. Pero se sentía de forma muy extraña como si no se encontrase en su propio cuerpo y estaba vestido con uniforme blanco. El hombre se acercó a Tom y empezó a hablar con él:
- Puede que ahora mismo te encuentres algo confuso y perdido pero tranquilo estoy aquí para resolverte todas tus dudas. Lo primero que  quiero decirte es que no estamos en la vida real sino dentro de tu cabeza: tu cerebro ha sido el que ha creado esta habitación y esto indica que eres muy inteligente nadie crea desde hace tiempo una habitación así.
- Pero, ¿por qué está pasando esto? ¿Dónde estoy? ¿Y por qué tengo un cuerpo que no es mío?
  - Vamos por partes: lo primero, !Felicidades! acabas de entrar en la corporación SET (Sicarios Espacio Temporales) como sabrás el mayor enemigo del ser humano es él mismo y nosotros nos encargamos de eso. Nosotros alteramos el tiempo para que con determinadas muertes de determinadas personas cambie el flujo del tiempo y así evitemos el fin de la raza humana. Toda esta compañía nació hace siglos cuando un sabio griego encontró el reloj de arena que manejaba el tiempo, ellos empezaron a adorar este reloj pero en ningún momento lo manipularon porque  descubrieron que si hacían algo mal no tendría arreglo. Así que inventaron una religión totalmente oculta para que no cayera en manos equivocadas. Pasó de generación en generación y cada vez empezaron a saber utilizar mejor ese reloj sin provocar problemas. Así que tenemos muchas reglas que debemos seguir y que nunca en la vida debemos incumplir.  Pero llegó un momento en el que había que reclutar a personas para poder crecer y poder dominar  mejor esa magia por así decirlo. Pero no podían reclutar a cualquiera, tenía que pasar un filtro que muy pocos estaban preparados para pasar. Y así entraste tú: eres especial porque no se suele reclutar a la edad de un niño de catorce años. Además, el cuerpo que tienes es un cuerpo alterado por el reloj, es decir tienes el cuerpo que tendrías a los veintiún años.  A la vez que tu físico ha sido alterado, también ha sido alterada tu capacidad de edad; es decir,  que ahora puede que dures más de ciento cincuenta años con tu mismo cuerpo entre otros detalles.
- Entiendo... ¿Pero que finalidad tiene realmente esto?
- Para que lo comprendas mejor te pondré un ejemplo. Sitúate en la Segunda Guerra Mundial: Hitler empezó a sembrar el caos por todo el mundo y en aquellos momentos los nazis ganaron la guerra y gran parte de los seres humanos murieron por culpa de ello. Cuando sabemos que es el fin, el reloj empieza a brillar; así que en ese momento sabemos que tenemos que actuar. Aquí el tiempo pasa mucho más lentamente por lo que estudiamos, planeamos y reunimos a las personas que van a realizar el trabajo con detalle para que no haya fallos. Después realizamos un informe para cada uno de los sicarios donde se indica a la persona que deben matar y de qué manera.  Después viajan al pasado para realizar el trabajo.
  - Creo que lo voy entendiendo pero ¿por qué hay que matar o por qué no directamente mataron a Hitler?
 - Pues verás la manera más eficaz para cambiar el futuro es matando y debes saber a quién matar porque puede que parezca obvio a quien se debe matar pero si llegamos a matarlo otro líder nazi surgiría  y sería  incluso peor que Hitler.  Y es que nosotros estudiamos cada posible final que pueda ocurrir por eso cada acto que realizamos es simplemente perfecto, ya que si no lo es no hay vuelta atrás 
 - Y ¿qué debo hacer ahora?
 - Necesito que me digas como has llegado aquí porque es la primera vez que pasa que un chico como tú entre a  SET a tu edad.
 - Verás... 
 - Ya me contarás en otro momento, parece que ahora te vas a despertar.
Tom, se despierta poco a poco y ve que vuelve a tener su propio cuerpo, el cuerpo de un niño de catorce años. Echa un vistazo a su alrededor y parece estar en una sala donde atiende una señora. Esta le da su nuevo uniforme y lo guía hasta el vestuario. Tom creía que le iba a explotar la cabeza pero poco a poco empezó a calmarse y a obedecer en todo lo que le digan como bien le había enseñado su padre. Se pone su nuevo uniforme y sigue a la mujer que lo guía por toda las instalaciones de la compañía. Hay partes que no pudo ver Tom debido a que según la señora era altamente secreto incluso para ella. Tom le preguntó por el hombre viejo que había comenzado a hablar con él en su cabeza; ella sabía de su existencia pero nunca lo había visto en persona. También le dijo que necesitaba pasarse por el jurado para saber a qué equipo debía pertenecer. Esa sala se encontraba en las partes más secretas de las instalaciones por lo que estaba en la otra punta donde él se situaba. Mientras se dirigía hacia el jurado quiso recordar a sus padres, a Tomas y los libros que él había leído. Pero simplemente no se acordaba, solo recuerda que llevaba un colgante  y que había tenido algo antes de entrar allí. Además reflexionó sobre lo que le había dicho aquella señora acerca de aquella sala: “Allí te colocan una especie de casco que cubre gran parte de la cabeza y mediante ondas electromagnéticas saben todo sobre ti, por lo que procederían a estudiarte y a mandarte a uno de los tres equipos, (Sicario, Informante o cargos variados)”.  A  Tom le asustaba la idea pero simplemente se dirigía hacia allí. Al llegar le esperaba un hombre calvo enchaquetado que le abrió la puerta y le dijo que se sentase en la silla que se encontraba en el centro de la sala y eso hizo.  Estaba rodeado de hombres viejos que lo miraban fijamente, y al sentarse un casco  conectado a una gran máquina bajaba lentamente hacia él y Tom se lo puso como le indicó aquel hombre calvo. Aquellas personas empezaron a hablar entre ellas y el chico sintió algo de vergüenza y miedo por lo que  solo se mantenía firme mirando hacia un punto fijo. Tras eso uno de los viejos empezó a pulsar algunos botones y otro empezó a dirigirse hacia él. El casco se quitó solo y volvió a subirse dejando libre la cabeza del joven. El viejo se paró frente a él y le entregó una carta. Tom abrió la carta y la leyó: “Perteneces a los Sicarios” esas simples palabras cambiaron la vida Tom.
Pasaron varios años; Tom cambió su rutina de estudiar, leer y correr en el monte por ejercicios de puntería, de fuerza, de precisión... Conoció a sus compañeros de misiones y realizó varias. Pero  un día se levantó y procedió a ducharse, ir al comedor con sus compañeros y lo mismo de cada día. Entonces en medio del desayuno una alarma comenzó a sonar diciendo que varios sicarios incluido Tom tenían que ir inmediatamente al despacho del general. Este siempre indicaba las misiones que debían realizar. Al llegar dijeron que era una alerta grave: el reloj había comenzado a brillar. Le dieron un informe a cada uno. Y por primera vez Tom era el que tenía que asesinar al objetivo, casi siempre solo ayudaba a sus compañeros curándolos o guiándolos. Pero esta vez él tenía que coger una navaja y hacer un corte limpio en el cuello. Le impactó mucho ya que no ponía ni edad ni nada, solo ponía la manera, el lugar y algunos datos de la persona. Debía ser huérfano, pelo negro y piel muy blanca.  Tom le reclamó al general la falta de información pero este solo le dijo que no podía recibir más de lo que ponía en el papel. El chico asistió con la cabeza y se fueron al teletransporte. Tenían que viajar al pasado como unos treinta y cinco años atrás. Cada uno de sus compañeros incluido Tom viajaron al pasado. Allí se asentaron en una de las casas que estaban al lado del orfanato. Tom estaba algo preocupado y cada vez más pensaba en ¿por qué matar?, ¿por qué él? Y eso le provocaba mareos y dolores de cabeza. Pero más tarde ignoró esos dolores porque iba a llegar su momento. Dos de sus compañeros se hicieron pasar por padres para preguntar sobre algún huérfano con los aspectos físicos indicados, y allí estaba. Cada vez Tom se ponía más nervioso pero era su deber. Él se infiltró en el orfanato del chico por la noche, se hizo pasar por uno de los profesores del hospicio. Abrió la puerta del chico y vio que estaba sentado en una silla de madera leyendo un libro. El libro era viejo pero aquella persona parecía  leerlo sin problemas. Tom se acercó lenta y silenciosamente sin que se diese cuenta. Pero vio algo que lo dejó helado por dentro. Aquella persona que tenía que matar era un niño. El niño se dio cuenta de que Tom estaba en su habitación y comenzó a hablar con él:
          - Oye, parece que eres un nuevo profesor, pero ¿qué hace usted en mi habitación?
Tom pensó que si hablaba con el chico puede que le resultara menos difícil matarlo. Se sentó en la cama del niño y comenzó a hablar con él.
          - Perdóname, quería conocer alumno por alumno a todos los que voy a darles clase, y ¿cómo te llamas?
                -Tomas, señor.
En aquel momento Tom volvió a sufrir dolores de cabeza y comenzó a hablar con dificultad. Tomas lo tomó de la mano y le preguntó si estaba bien. En aquel momento, en que el chico le tocó la mano, volvió a recuperar todos sus recuerdos y se dio cuenta de que ese chico era Tomas su mayordomo, recordó cada momento que había vivido con él y los libros que Tomas le prestaba. Pero no solo recuperó su pasado sino que tuvo una visión del futuro que decía qué debía  hacer para salvar  la humanidad y no era matar a Tomas sino encontrar la sala donde se encontraba el reloj. Tom agarró fuerte las manos Tomas y le dijo:
        -Escúchame lo que te voy a decir, no soy ningún profesor y no me volverás a ver en mucho tiempo. Pero cuando crezcas vas ser mayordomo de un señor muy adinerado y criarás a otro niño. Pero cuando este cumpla su décimo cuarto cumpleaños debes ponerle el libro que estás leyendo  en el interior de un tronco donde guarda todos sus libros y una nota donde indique que debe ir a lo alto del monte y pronunciar unas palabras. Pero antes de que parta debes decirle tu número favorito. Sé que todo esto te resultará extraño, pero debes confiar en mí.
        -¿Pero como sabré que es el chico indicado?
       -Porque tendrá este colgante. 
        Le regala su colgante.
       - Si haces todo lo que te he dicho serás todo un héroe.
El chico aceptó con un gesto de afirmación por lo que Tom se despidió con la sonrisa más verdadera que había esbozado jamás. 
        Tom dijo que había cumplido la misión pero nadie le creyó porque el reloj seguía brillando. Por lo que querían capturarlo por mentiroso. Tom corrió hacia donde le indicaba la visión que tuvo y lo llevaba hacia debajo de su cama. Se le ocurrió pronunciar las mismas palabras que había utilizado para entrar en la compañía. Y al pronunciarlas se abrió un agujero donde Tom se metió sin pensarlo dos veces y apareció en la misma sala donde había conocido al hombre que se había metido en su cabeza. El viejo se encontraba sonriendo mirándolo fijamente. 
       -Parece que nos volvemos a ver chaval. Como ves tal y como lo imaginaste así pasó. Tu cuerpo más crecido, este color blanco por toda la habitación y yo. ¿No te parece increíble este reloj?
      -Viejo, solo dime qué debo hacer para salvar a la humanidad.
      -Para dejártelo claro voy a presentarme mejor: yo no soy humano, ni animal, ni un ser vivo,
yo soy el reloj. Formo parte de él desde hace años. Cuando descubrieron la manera de utilizar el reloj, fue metiéndose en él. Y aquí el tiempo pasa muy lento pero cada vez que el reloj brilla yo  me voy degradando. Y el reloj busca ahora un joven como tú y no un viejo como yo porque tarde o temprano yo moriré aunque no sea un ser vivo y alguien tendrá que reemplazarme y tú eres el elegido. Por lo que aquí viene tu decisión. ¿Prefieres sustituirme y formar parte del reloj durante toda tu vida pero salvas la humanidad o prefieres vivir lo que te queda de vida hasta que llegue el fin de la humanidad? Tú decides.
      -Pienso que aprecio bastante mi vida, pero no puedo sacrificar a todas las personas por el miedo de vivir encerrado en este sitio, por lo que llegó el momento de ser un gran protagonista.
        -Si es lo que quieres firma aquí.
         Tom firmó con una pluma que le había dado el viejo y de repente con un último adiós el viejo se desintegró completamente, salió una luz de él y se metió dentro de Tom. Recibió todos los poderes y conocimientos del reloj, se sentó en aquella silla de ese blanco escritorio. Tom al recibir todo el conocimiento del reloj supo toda la historia de aquel hombre y entonces fue cuando descubrió que… aquel hombre era su padre.

                                                                                  Marcos López Heras 3º ESO A


martes, 2 de junio de 2020

El Jardín de los cerezos




Aunque este año no hayamos podido representar nuestra obra de teatro, aquí os dejo un vídeo con los actores que interpretan el parlamento más representativo de su personaje.