lunes, 26 de noviembre de 2018

Microrrelatos seleccionados

Estos son los tres microrrelatos de nuestras alumnas:


                                                DESEABA SONREIR
Ella se sentía dividida. Mientras cruzaba el pasillo del instituto entre chicos y chicas que bromeaban, deseaba sonreír pero no lo hacía. Sentía las vibraciones del móvil en el bolsillo, le hacían sudar las manos, se le aceleraba el corazón y recordaba que ya le había dado una segunda oportunidad. Salió de la última clase con un compañero buscándole un mote gracioso al profesor de Matemáticas, y entonces giró la cabeza y allí estaba esperándola,…
                                                   EMMA GARCÉS GRUBER 1º BCT CIENCIAS




                                         Las paredes no protegen
            Ella se sentía tranquila; al fin y al cabo por un día que no fuera acompañada no pasaría nada. Era el mismo camino de siempre. Pero claro, hoy no iba escoltada por ningún hombre, era más independiente pero a la vez una presa más fácil. 
¿Qué pena verdad? Ser presa, ser esclava del miedo durante unos minutos en la madrugada, no dejar de pensar, ponerse en lo peor... Sudores fríos y un corazón que estalla cada vez que alguna sombra se cruza en el trayecto de vuelta.
 Pero hoy, era diferente: aquella sombra iba hacia ella, la llamaba, le gritaba, la perseguía, estaba cada vez más cerca; el olor del alcohol era demasiado fuerte, sentía como se mezclaba con el de su perfume, lo sentía en su pelo, en su piel, en sus manos y en las suelas de sus zapatos. No le quedaba más oportunidad que huir, y así lo hizo: se descalzó y corrió, pero no era libre, era la gacela que huye de su depredador. 
Ella se sentía una florecilla descalza con dieciséis años que al fin llega a su casa y cierra con llantos de impotencia su puerta. Ya a solas en su habitación, se mira al espejo y se siente una cobarde por haberse dejado vencer.

                                                                       María Esperanza Florido Durán 1º BCS



Su amor se convirtió en odio
            Ella se sentía aferrada a aquellos "te quiero" acompañados de besos brotados de sus labios que ahora desgarraban su alma; esas manos, cuya piel erizaba antaño, se habrían convertido en expresión de odio sobre su rostro. No sabía qué habría hecho para despertar a esa bestia que él llevaba dentro. Ella pensaba que le había dado amor, que él ignoraba por no entender que ella no le pertenecía, por no saber mantener su cariño, perdido a base de desprecios.
            Pero una lección había aprendido con él: a no callarse, a no soportar más cuando el dolor daba paso al miedo. Tal vez había esperado demasiado, alimentando ese veneno que corroía sus pensamientos; pero tuvo la esperanza de que su amor pudiera con sus celos e inseguridades, y ese egoísmo que ahogaba cualquier atisbo de encuentro.


                                                                       Lorena Moncayo Tirado.   4 A 

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